miércoles, 13 de julio de 2011



Vestir el lamento de tu voz
frente a una espera perpetua
te calma la orilla
la sabia
la esperanza amarga de un saber no contado
de una historia ya dolida
de un pasado con agujeros
carcomiendo los castaños.

Vivir de su voz ya muerta
de su encuadre casi perfecto
de sus ojos turquesas
es vivir frente a un acantilado.

Rocoso y sin respuesta
es lo que hay al otro lado
con bosques y arena
con pinos y olas
naufraga en otra bahía
quieta y sin voz.