Me cae bien la sonrisa gris
esa difusa que le gusta jugar con los queltehues
nunca le creí, nunca le olvidé te recuerdo
aunque se haya ido con los marcianos a otro planeta
donde hablan otro idioma
ese distinto al mío
y ya no camina con dos patas sino con cuatro
y ya no tiene un corazón, si no seis
y sus dos bellos ojos están ahora bajo sus manos y pies
y tiene otro en la garganta que se abre y cierra
haciéndose el dormido.