viernes, 14 de octubre de 2011



Te venero como copa rota
como letras imprenta
como el verdor de tus ojos
como tu sonrisa imperfecta
eras real
más real que los amaneceres
más real que el ocaso
y más humano que el esclavo.


En una mañana quieta
desapareció el silencio
cubierto estaba pleno sin risa
sin prisa
solo quieto.

Luego de ti, vino el mar
las focas y la caleta
los botes y los pescadores
la arena y las sombras.

Al volver eras otra
eclipsada por otros planetas
de constelaciones más superfluas
como amarillos
como un anillo
como caravanas en el aire.

Otras voces me advirtieron
una particular más aguda que las azucenas
entre el bosque y la espiga
te creí una espiga
entre la fealdad y la miseria
te creí irreal.

Cuando todos se marcharon los lobos marinos lloraron
el aire se tornó espeso
y la soledad llamó por su nombre.