viernes, 14 de octubre de 2011



Miradas desesperadas desde el jardín
cubren el tierno musgo
te atrapan como madreselvas
ahogándote
matándote
mientras un chincol se esconde bajo un suspiro
son los lamentos de la liebre devorada
del perro atropellado
y del gato mauillido
son los sigilos de un silencio que aún no llega
de unas letras vaciadas
como néctar en la arena.

Son los pasos más sinceros que he escuchado
y el lamento de esa voz 
presente y ausente
como aquel tipo en la ventana
a punto de saltar 
como farol sin luz
o faro sin puerto.

Como viejo en la cantina
como canarios volando encerrados
como perros y arcoíris
como botes de papel amarillo
como tierra sobre la madera
te venero.