Deshaciéndose y haciéndose como un espiral
como un aguijón de la abeja caída
tambaleando
casi muerta
casi viva
en un mundo casi muerto
y casi vivo
entre dos esperas
entre dos lamentos
entre álamos descoloridos
azotados por el viento
quebrantados por los años
en una casona vieja
carcomida por el tiempo
con habitantes inexistentes
desfallecidos
como las piedras del pozo.